Olimerca.- El mercado del aceite en 2017 cerró con un crecimiento del 4%, pero en volumen cayó un 1,6%. Y es que con un encarecimiento del precio que triplica al total de la alimentación envasada, que fue de 1,8%, el impacto en el presupuesto del consumidor es grande. Por ello se ha producido un trasvase de consumo dentro del aceite hacia las variedades más económicas, como el girasol, con un precio medio en torno al euro frente a los 4 euros del oliva.

Según Marta Vázquez, Consultant de Nielsen, el consumidor español muestra una gran hipersensibilidad al precio, interiorizada de los tiempos de crisis, y que supone que está ojo avizor a los cambios de precio e, incluso, uno de cada cuatro afirma conocer el importe de lo que compra con regularidad.  En esta línea muchos compradores acuden al establecimiento con un presupuesto ajustado, el 44% así lo afirma, y por tanto los pequeños “lujos” que se permita serán en alimentos o bebidas que le ofrezcan un valor añadido o una experiencia diferente, pero no en básicos.

El otro reto en cuanto al precio es el envejecimiento de la población. Cada vez habrá más compradores que vayan al establecimiento y paguen con la pensión y no con la nómina, por lo que se corre el riesgo de que se perpetúe el trasvase de aceite a opciones más económicas cuando el gap de precio entre oliva y girasol se ensanche. Y ya sabemos que esta tendencia no está muchas veces en nuestras manos, las cosechas vienen como vienen.

Más allá del precio, el mercado del aceite encara otros desafíos a los que debe prestar atención, como el auge de otros productos que le pueden restar, es el caso de los platos preparados. Con hogares cada vez más pequeños, en algunos casos con personas que tienen poco tiempo y valoran la comodidad y la conveniencia, surgen productos que son soluciones y que necesitan si acaso un pequeño golpe de microondas. Y si el golpe es de freidora, el consumidor utilizará girasol.