Los agricultores alemanes exigen al Gobierno medidas para salvar el sector

Olimerca.- El campo alemán “se muere”. Así lo lamentan los agricultores del país, que el año pasado ya colocaron en sus cultivos cruces de madera en un intento de emular un camposanto que diera una idea de la precariedad de su futuro inmediato.

El endurecimiento de los requisitos para desarrollar su actividad, unido al incremento de los costes y la escasez de mano de obra, ha ido sembrado el desencanto y la incertidumbre entre los profesionales, que han aprovechado la protesta de sus colegas neerlandeses ante la nueva normativa ecológica para echarse a la calle y reivindicar sus propios intereses frente a la sede en Bonn del Ministerio de Agricultura.

De ahí las colas interminables de tractores que, en los últimos días, han dado la vuelta al mundo con pancartas de lo más significativo: “Tres de cada doce agricultores están en situación de emergencia” o “El Gobierno quiere hambre” son solo algunas de las que se han asomado a los medios.

La situación permanecía tensa desde hace dos años, cuando la inminente entrada en vigor de la Ley de Protección de Insectos, muy limitativa para el sector, llevó a los agricultores a manifestarse en Berlín. De poco les sirvió porque, como aseguran que ocurre también ahora, el Gobierno no les escuchó y el precepto fue aprobado el pasado mes de marzo.

Al igual que en España, las olas de calor y la sequía han reducido hasta en un 15% las cosechas en el caso de Alemania 

En esta ocasión, el desencadenante ha sido la reducción -hasta un 15%, según publican algunos medios en Alemania y España- de la cosecha de cereal, como consecuencia de la sequía y el calor que han sido la tónica dominante este verano y que también han marcado la pauta en la producción española.

En Alemania, la crisis se ha agravado aún más por la crisis del gas generada por la guerra de Rusia contra Ucrania y por la dependencia de este que el país arrastra.

Ayudas insuficientes
Aunque el Gobierno de Scholz ha autorizado el cultivo en tierras que este año debían permanecer en barbecho y ha concedido ciertas ayudas económicas al sector, sus trabajadores consideran estas medidas muy insuficientes.

Sobre todo, se manifiestan contrarios a la aplicación constante de nuevas normativas que, en aras de la sostenibilidad, continúan dificultando su labor hasta hacerla prácticamente insostenible, y que no son tenidas en cuenta a la hora de importar productos extranjeros.

Y hasta aquí, una somera explicación de por qué el campo alemán “se muere”. A partir de ella, la obligada reflexión a sus homólogos del sector en España, por ellos y por la deseable supervivencia de un sector clave para la economía nacional.