Olimerca.- En todos los ámbitos de decisión del sector del aceite de oliva, desde el Consejo Oleícola Internacional hasta la Administración autonómica, pasando por las organizaciones sectoriales, llevamos meses y meses hablando de la fijación de las determinaciones de calidad.

Como es lógico en un tema de estos, oímos imputaciones falsas, incomprensibles defensas de posturas contrarias a los propios intereses, nuevos lobis de presión, cantos de sirena… todo ello aderezado por una fácil demagogia.

Pero las cosas hay que mirarlas con perspectiva y centrarse en lo importante, que para este sector es comercializar una media anual de 1.300.000 toneladas de aceite, algo de lo que viven solamente centenares de miles de familias.

Y esta actividad ha de hacerse con una cierta tranquilidad, con unas reglas de juego claramente marcadas y no pendiente todo el tiempo de rebatir la presunción de culpabilidad, teniendo tiempo solo para inspecciones, los escándalos interesados o los problemas de interpretación. Porque no se puede desarrollar ninguna actividad económica con inseguridad jurídica; y hoy por hoy en el sector predomina esta inseguridad.