Planta de envasado

Olimerca.- Una campaña más el sector del aceite de oliva en España se vuelve a sumir en una crisis profunda, y además, este año tiene todos los elementos para convertirse en una crisis duradera y con daños irreparables. Tan sólo hay que reflexionar sobre el nivel al que han llegado los precios en origen en los últimos días.

Concretamente, según diversas fuentes consultadas por Olimerca, ya se han detectado en una semana caída de precios en origen entre los 200€ y los 300€ por tonelada, con lo que nos acercamos a unas cotizaciones que se pueden afirmar no cubrirán los costes de producción y elaboración del aceite de oliva.

Así, nos encontramos con ofertas de aceites lampantes sanos en el entorno de los 2.700/2.650€, los aceites vírgenes entre los 2900/3.000€ y los extras moviéndose en un abanico que va desde los 3.200 a los 3.800€.  Y lo peor puede estar por llegar cuando comiencen a entrar las nuevas producciones de Portugal que siempre salen al mercado con precios a la baja adelantándose a la competencia de España.

¿Y cómo es que hemos llegado a esta situación y que nadie ha sido capaz de controlar? Pues una de las razones fundamentales es que un año más el sector productor sigue utilizando los mismos argumentos que en el siglo XX, mientras que el mercado ha evolucionado al ritmo del siglo XXI. Buena prueba de ello es que en seis meses el sector ha tirado 5€/kg de aceite de oliva por la borda.

Seguir sustentando las cotizaciones en origen con argumentos como la floración, la sequía o las lluvias está más que demostrado que nos acarrean numerosos problemas y tensiones en el mercado y que además provoca importantes daños económicos al conjunto de operadores.

Para cuándo vamos a concienciarnos todos de que tras dos años de escasas cosechas, cuando pensábamos que el consumo se iba a perder de manera irremediable, el consumidor apreció el valor del AOVE y aceptó de manera responsable que el precio era el que era al haber menos oferta.

Y en este contexto, cuando el conjunto de operadores debería de haber luchado por seguir defendiendo unos precios estables y acordes con los costes de elaboración en base a argumentos como salud, calidad y producto único en la cocina, nos volvemos a encontrar con una auténtica desescalada en las cotizaciones que tiene visos de que no ha tocado suelo todavía.

Jugar con la generación de miedo entre los distintos eslabones de la cadena de valor es ya de por sí un fracaso.  Es hora de cambiar los argumentos para defender unos justos precios para nuestros aceites de oliva.