Olimerca.- Algunas asociaciones y partidos políticos portugueses se han puesto en pie de guerra contra la agricultura intensiva, en general, y el olivar en particular, pidiendo a Bruselas un impuesto especial y el fin del apoyo del Banco Europeo de Inversión (BEI) al riego para este tipo de producciones.

Frente a esto, la Federación de Asociaciones de Agricultores del Bajo Alentejo y Olivum, Asociación de Olivicultores del Sur, han rebatido estas declaraciones, según publica Agricultura e Mar, considerando que que “por falta de conocimiento o por razones ocultas, están promoviendo la desinformación y cuestionando el trabajo y la contribución positiva de los agricultores a la dinamización de la agricultura, el desarrollo de la región y la lucha contra el cambio climático”.

Explican que "sin agua no hay biodiversidad ni forma de detener el avance de la desertificación. Entre otras variables, el aumento de la temperatura y la pérdida de humedad en el suelo son contrarrestados a través de la arborización donde se integra el olivo”.

Además, subrayan que la agricultura intensiva “funciona como un importante sumidero de dióxido de carbono". En concreto, para la producción de aceituna necesaria para la transformación de un litro de aceite, un olivo capta de la atmósfera 11,5 kilos de carbono, proceso en el que se emite 1,5 kilogramos de C02.

Y añaden que el olivar en seto aumenta considerablemente el efecto de sumidero de este gas que corresponde a cerca de dos a cuatro toneladas por hectárea. "Estos son hechos de gran importancia ambiental, lo que demuestra la intensificación del cultivo del olivo no deja de lado los procesos ecológicos o de preservación de los recursos naturales. Conserva materia orgánica y aumenta la biodiversidad en los corredores no movilizados entre los árboles.