Olimerca.- Cada año, los franceses consumen alrededor de 110.000 toneladas de aceite de oliva, un producto estrella de la cocina mediterránea que se ha introducido en los hogares por sus beneficios para la salud. Sin embargo, ahora la reputación de este producto puede quedar en entredicho según un estudio desarrollado por la revista francesa 60 Millions de Consommateurs.  

Tras analizar más de 20 marcas de aceite de oliva virgen extra en los supermercados franceses -en su mayoría vendidos a granel con la excepción de una referencia de gama más alta–, el magazine ha llegado a la conclusión de que todos “presentan al menos un contaminante, y para algunos, en cantidades nada despreciables”, afirma la revista. 

Según recoge Le Figaro, los aceites orgánicos certificados tampoco se salvan de contener plastificantes, como los ftalatos – ésteres de ácido ftálico son una familia de compuestos químicos usados en la producción de plástico flexible-, aunque en algunos también se han detectado trazas de hidrocarburos. De hecho, los autores del estudio han detectado MOSH (hidrocarburos saturados de aceites minerales) en varios aceites, incluidos Eco+, al tiempo que la presencia de MOAH (hidrocarburos aromáticos de aceites minerales) supera el umbral aceptable en algunos ecológicos. 

Aunque la mayoría de los zumos de aceituna analizados cumplen con los estándares en la composición de ácidos grasos e índice de peróxidos, un tercio de ellos presentan defectos sensoriales. 

 ¿Cómo llegan estos contaminantes al AOVE? 

Según los expertos, la presencia de plastificantes puede deberse al uso de materiales plásticos en la cadena de procesamiento, almacenamiento o embotellado del aceite. En el caso de los hidrocarburos, su origen puede hallarse en los lubricantes industriales, procesos de refinado inadecuados o migraciones desde materiales de envasado no aptos para productos como los aceites.  

La normativa europea aún no establece límites claros para los MOAH en aceites vegetales, aunque varios organismos científicos internacionales, como la EFSA, llevan años pidiendo una regulación específica.  

Recomendaciones para los consumidores 

Este estudio ha vuelto a poner sobre la mesa una preocupación clave para el sector: la necesidad de reforzar los controles de calidad y trazabilidad en los aceites de oliva comercializados en los lineales. Aunque la gran mayoría cumple con la normativa legal, la seguridad alimentaria y la confianza del consumidor deben estar por encima del mínimo exigido por ley. 

La buena noticia es que sí existen aceites de oliva virgen extra de calidad, seguros y libres de contaminantes. El reto está en identificarlos, protegerlos y garantizar que su producción se mantenga libre de prácticas que comprometan la salud o la autenticidad del producto.