Olimerca- Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) está trabajando en la identificación de medidas y políticas que ayuden a que la innovación tecnológica llegue realmente a los agricultores. Lo hacen en el marco de CODECS, un proyecto europeo que busca acelerar la transición digital y sostenible del sector agrario a través de la colaboración directa con sus protagonistas.  

Esta iniciativa surge tras detectar la brecha existente entre las nuevas tecnologías que podrían utilizarse, que son complejas y avanzan rápido, y quienes llevan a cabo las prácticas agrarias, que a menudo no cuentan con medios o formación para implementarlas. Así, para solucionarlo, como parte del estudio se han creado más de 20 living labs en distintos países europeos, es decir, espacios de innovación práctica donde investigadores, agricultores, cooperativas, empresas y administraciones experimentan de forma conjunta cómo aplicar nuevas tecnologías en la agricultura y qué barreras encuentran en el camino. 

Agricultura sin más tierra y con más demanda 

“Todas las tierras que tienen vocación agrícola están en producción”, señala la profesora María del Mar Delgado Serrano, investigadora del Departamento de Economía Agraria, Finanzas y Contabilidad de la UCO, quien añade que “todo el terreno que ganemos es a costa del medioambiente” y, aclara, “si queremos hacerlo de forma sostenible, no tenemos más tierra”. 

“Las tecnologías existen, pero muchas veces no llegan al agricultor porque no tiene formación, recursos o simplemente porque no hay puentes que le ayuden a acceder a ellas”, subraya Delgado  

En este sentido, Delgado recuerda que la única salida para producir más alimentos de forma sostenible, aunque su adopción no es sencilla, es hacer un uso más eficiente de los recursos, y ahí es donde entran tecnologías como sensores, satélites o inteligencia artificial.  

“Las tecnologías existen, pero muchas veces no llegan al agricultor porque no tiene formación, recursos o simplemente porque no hay puentes que le ayuden a acceder a ellas”, subraya Delgado.  

Una transformación frenada por obstáculos estructurales 

Según los estudios realizados por el equipo de la UCO, existen varias barreras que frenan esta transformación:  

  • Falta de interoperabilidad entre tecnologías: muchos dispositivos solo funcionan dentro de su propio ecosistema, lo que obliga a los agricultores a renovar completamente sus equipos para poder digitalizarse. 
  • Baja capacitación digital: la edad media de los agricultores ronda los 60 años y gran parte no dispone siquiera de un ordenador, lo que dificulta, por ejemplo, la gestión del cuaderno digital obligatorio para acceder a ayudas de la PAC. 
  • Falta de formación práctica adaptada al campo: las competencias digitales se suelen impartir con programas teóricos en universidades y centros de capacitación, que son mucho menos efectivos que las formaciones prácticas en terreno (demo-farms), que permiten ver cómo funciona la tecnología.  
  • Propiedad y acceso a los datos: no está claro quién controla los datos que recogen las máquinas agrícolas. Esto plantea dudas legales y éticas, además de dejar en desventaja a explotaciones más pequeñas. 

Además, la capacidad de análisis de los datos recogidos marca una creciente diferencia entre quienes pueden contratar expertos y quienes no, alimentando la desigualdad dentro del propio sector. 

¿Qué proponen? 

Para revertir esta situación, el grupo de investigación ha estudiado el entorno político de la digitalización en 18 países para trasladar a la Comisión Europea una hoja de ruta con las políticas que necesita el sector para hacer su transición digital.   

Si bien, la investigadora de la UCO asegura que la solución pasa porque administraciones agrarias o la Comisión Europea -que financia el proyecto- faciliten el acceso a dichos datos, para que todo el sector pueda beneficiarse de ellos.  

El objetivo ahora es traducir estos aprendizajes en propuestas útiles que acerquen la digitalización a las necesidades reales del campo y eviten, asimismo, que la innovación se quede en los márgenes del sector. Para ello, la UCO y el resto del consorcio CODECS seguirán trabajando junto a los actores implicados en esta transición.