Olimerca.-  La sequía que está asolando a nuestro país en los últimos años, sin duda, está poniendo a prueba al sector del aceite de oliva y a todo el conjunto de la cadena de valor.

Vamos para dos años de auténtica locura en los precios, que no de ganancias, ni en el campo ni en la industria envasadora, y todavía habrá que esperar a finales de año para vislumbrar la futura trayectoria de las cotizaciones en origen y sus consecuencias para todo el conjunto del sector productor.

nadie se le escapa que la excepcionalidad de estas dos últimas campañas en el aceite de oliva llegará a su fin en el momento que las lluvias nos acompañen y nos permitan recuperar las producciones del pasado, que incluso podrían llegar a los 2 millones de toneladas, si tenemos en cuenta el aumento de las nuevas plantaciones de olivares con sistemas productivos más modernos y la mejora de los riegos en explotaciones de olivares tradicionales.

Y es en este contexto de expectativas de producción de aceite de oliva excelentes es cuando tenemos que empezar a asumir que en España no será ninguna utopía tener récords de producción y por ende una mayor oferta que habrá que gestionar de manera conveniente sino queremos volver a ver el precio del aceite de oliva lampante en origen a 1,62€/kg, en mayo de 2020 y alcanzar los 7,50€/kg a finales de campaña del 2022/23.

Es importante mencionar que en octubre de 2022 todo el sector se mostraba preocupado por la repercusión que tendría la esperada subida de los precios en origen en el consumo interior y en las exportaciones. Pero, finalmente, tras haber tocado techo en el lineal en los 10€/litro, hemos descubierto que el consumidor español aprecia la calidad y la categoría de nuestros aceites de oliva y, aunque reduce su consumo, no lo hace de manera tan significativa como para pensar que el problema de hoy no tiene solución para mañana.

Y es por ello por lo que ahora es el momento de que el propio sector adopte las medidas necesarias para que las grandes cosechas del futuro no se conviertan en el tsunami que nos lleve de nuevo a la miseria de los precios y a la banalización del producto. Es ahora cuando debemos de hablar de más promoción e información hacia el consumidor, más valorización de las categorías como alimento funcional y sobre todo trabajar en una estrategia que permita almacenar cuando hay cosechas récord para hacer frente a las cosechas cortas buscando mantener siempre ese equilibrio entre oferta y demanda.