Olimerca.- La Directiva Europea de Techos de Emisión impone reducciones concretas respecto a determinados gases, uno de los cuales, el amoniaco, tiene origen agrícola en un 97%, siendo un tercio procedente de la utilización de fertilizantes. El amoniaco es el único contaminante cuyas emisiones están creciendo respecto a 2005 y los países tienen la obligación y responsabilidad de adoptar las medidas precisas para alcanzar los objetivos fijados para 2020 y 2030.

Sin embargo, el nitrato amónico tiene el mejor comportamiento agronómico y medioambiental frente a la urea. Con independencia de la adopción de toda una batería de buenas prácticas medioambientales, las distintas formas de nitrógeno tienen efectos diferentes sobre el rendimiento y la calidad del cultivo, y las diferencias de rendimiento se deben a las distintas pérdidas entre unas formas y otras, sobre todo por volatilización y lixiviación.

Es por ello que la elección del tipo de nitrógeno es fundamental, no sólo en cuanto a la rentabilidad de la explotación agrícola, sino en cuanto a la reducción de las emisiones de amoniaco. Además, existen numerosos ensayos científicos han puesto de manifiesto las mayores emisiones de amoniaco y la mayor huella de carbono de la urea frente a los nitratos amónicos.

Entre las principales ventajas de los fertilizantes a base de nitrato amónico frente a los que contienen otros tipos de nitrógeno encontramos las agronómicas, que ayudan a mejorar la eficiencia en el uso del nitrógeno (NUE) y, por tanto, mejoran la productividad y la calidad de la cosecha; medioambientales, gracias a las que se reduce las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y la contaminación del agua; y ventajas frente a la salud, puesto que tienen menores emisiones de amoniaco y de micropartículas.

¿Qué sucede en el mercado?
En España, entre 2011/2012 y 2016/2017 el volumen de importación de urea ha subido de 283.000 toneladas, 58% del mercado agrícola, a 541.000 toneladas, 79% del mercado agrícola, y el consumo agrícola de urea crece en detrimento del consumo de nitratos. Pese a ello, no hay razones agronómicas que justifiquen este cambio en el consumo, muy al contrario, tan solo razones comerciales y la enorme presión de las importaciones de países con costes energéticos muy bajos y sin restricciones medioambientales de ningún tipo, que están impactando gravemente en nuestro mercado en detrimento de la rentabilidad de nuestra agricultura y del medio ambiente.

En el conjunto de la Unión Europea la situación es idéntica, entre 2011/2012 y 2016/2017 el volumen de importación de urea ha subido de 2,5 millones de toneladas, 33% del mercado total, a 4,8 millones de toneladas, 52% mercado total, siendo los principales orígenes de urea importada: Rusia, Argelia y Egipto.

Las medidas adoptadas por la industria europea para mejorar la eficiencia energética y para reducir las emisiones en las fábricas de fertilizantes, hacen que sea la más eficiente del mundo y, por consiguiente, la que tiene menor huella de carbono. Sin embargo, el alto nivel de importaciones de urea procedentes de terceros países, menos eficientes y más contaminantes, provoca que aumente la contaminación global y que la industria más avanzada tecnológicamente, la europea, esté en riesgo de desaparición por sus mayores costes industriales, medioambientales y laborales.