Olimerca.- A pesar de que el cultivo del olivo ya existía en Andalucía en la época musulmana, fueron los propios musulmanes los que fomentaron su desarrollo, propagación y organizaron su cultivo a gran escala, y además, introdujeron el aceite de oliva en la gastronomía.

De hecho, tal y como recuerda Juan Vilar en su último newsletter, actualmente, gran parte del vocabulario oleícola tiene origen musulmán: aceite (zayt), almazara (al-ma’sara), aljarafe (al-Šaraf).

El olivo en Al-Andalus fue un cultivo de secano y se extendió por todo el territorio ocupando principalmente las zonas del aljarafe Sevillano, Cádiz, Córdoba, Granada y Jaén. Concretamente Jódar, población situada hacia el sur de Úbeda (Jaén), tomó una extraordinaria importancia como zona olivarera llegando a ser “la reserva de aceite de la España musulmana”.

Asimismo, el consumo de AOVE se impulsó y popularizó en la población andalusí, lo que repercutió en la economía del Al-Andalus, ya que la olivicultura fue uno de los ejes de la llamada revolución verde andalusí. La expansión agronómica, desarrollada entre los siglos XI y XIV, tuvo como uno de sus pilares fundamentales el cultivo del olivo, lo que ocasionó que surgiera una olivicultura y la oleicultura que florece aún hasta nuestros días, de esta manera, el AOVE se consumió como un bien cultural cuyo valor hemos heredado en la actualidad a través de la Dieta Mediterránea.