Olimerca.- Una nueva amenaza se cierne sobre el mercado del aceite de oliva en origen en esta recién iniciada campaña. En un contexto de altos precios, con caídas de la producción por encima del 40%, no sólo se van a recoger hasta la última aceituna del árbol (aunque algunos agricultores afirmen que no les compensará su recolección), sino que ya cunde la preocupación en el lado de la producción porque algunos desalmados puedan tener la tentación de cometer fraudes en el etiquetado y en la composición de los aceites.

Sería una gran desgracia para el conjunto de los operadores españoles que determinados seudo profesionales aprovechasen la coyuntura para mezclar aceites de oliva con otras grasas vegetales con precios más competitivos y etiquetarlos y venderlos a los precios de los mejores aceites de oliva virgen o extra.

Y tampoco debemos olvidar la tentación de importar aceites lampantes de otros países en condiciones de aranceles más ventajosas y hacerlos pasar por aceite de oliva virgen en el momento del envasado.

En este contexto, sin lugar a dudas que son las administración central y autonómica las que tienen que estar ojo avizor para controlar, vigilar y hacer un seguimiento exhaustivo de los aceites que entran en nuestro mercado y lo que se comercializa envasado. Y aquí la ley de la cadena alimentaria tiene que cumplirse a rajatabla.