Olimerca.- “Nuestro estilo de vida ha cambiado y ya no comemos como hace 50 años. También tenemos menos tiempo para cocinar o cada vez comemos más frente a una pantalla. Tampoco los productos son los mismos, ni los tiempos de cocción, ni los instrumentos de cocina con los que los preparamos. Por eso no tienen éxito aquellas campañas que proponen un modelo que es imposible cumplir en nuestra sociedad”.

Así lo asegura Francesc Xavier Medina, director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) que lidera un estudio sobre aspectos relacionados para la recuperación de la Dieta Mediterránea, publicado en la revista científica International Journal of Environmental Research and Public Health. 

Apunta que hay que dejar de presentar esta dieta “como un modelo idealizado estancado en los años sesenta. Para que los ciudadanos vuelvan a seguir sus principios es necesario observarla en su integridad, considerando tanto los alimentos como sus rituales y costumbres”.

Añade que “en vez de recomendar solo productos que se comían en el pasado, hay que empezar mirando qué y cómo se alimentan las personas hoy en día”.

Asimismo, destaca que para promover las ventajas de la Dieta Mediterránea se deben incluir otras acciones, tales como favorecer con medidas ciertos tipos de producción o evitar que la distribución se concentre en ciertas manos que favorezcan los productos procesados.

“No tiene sentido pedir a los ciudadanos que consuman aceite de oliva si luego no te preocupas de que tenga un precio asequible", explica el investigador

Aspectos culturales
Según la investigación, necesitamos contemplar la Dieta Mediterránea como una serie de aspectos culturales que son los que dan forma a nuestra alimentación y no solo como una tabla de alimentos. Tanto Medina como su equipo de la UOC destacan que hábitos como comer en compañía compartiendo la comida o usando productos de cercanía son igual de importantes para la salud y el entorno, y tienen funciones tan beneficiosas como regular el apetito o favorecer la elección de comidas más saludables.

Según este investigador, la Dieta Mediterránea debe entenderse como un todo para poder conservar sus beneficios y adaptarlos a distintos países. “Cuando hablamos, por ejemplo, de sostenibilidad, hablamos de mucho más que de medioambiente”, explica. “Hay que incorporar la dimensión social y cultural para conseguir hábitos adecuados en toda la cadena alimentaria: desde la manera de producir los cultivos hasta lo que al final compramos en el supermercado o en el mercado”.

Incluso para combatir las enfermedades es necesario un enfoque más integral. En el estudio sobre la obesidad y dieta mediterránea, el investigador insiste en que debemos dejar de mirar este problema de salud como el simple resultado de la mayor ingesta de calorías y fijarnos también en los estilos de vida.