Foto: Escuela Europea de Cata

Olimerca.- La organización agraria Asaja-Jaén apuesta por avanzar y mejorar el panel test y para ello aboga por el uso de la tecnología, que junto con las catas realizadas por expertos, “contribuiría a garantizar la veracidad de lo que reza la etiqueta de un producto”, afirma. Según la organización, “el panel test actual, caracterizado por las catas realizadas por expertos, no debe de estar reñido con las llamadas narices artificiales”.

Asaja-Jaén realiza estas declaraciones tras la polémica surgida por la situación del panel de cata actual, encargado del análisis organoléptico para la caracterización y clasificación de los aceites de oliva vírgenes. Para esta organización jiennense, una buena opción sería la de la coexistencia de ambos métodos con el fin de reforzar y mejorar el actual sistema y, además, acabar con situaciones que pueden no contar con las suficientes garantías jurídicas, principalmente en lo referente a transacciones en el mercado internacional.

El gerente y portavoz de Asaja-Jaén, Luis Carlos Valero, considera que un avance tecnológico para mejorar el sistema no está reñido con la opinión de los expertos catadores. En su opinión, deben de ser los organismos que actualmente gestionan las catas los que incluyan en sus rutinas las llamadas narices artificiales en sus sistemas de catalogación. Afirma que la polémica surgida carece de fundamento y que, hasta ahora, no tiene conocimiento de que se haya pedido que se sustituya el actual sistema de caracterización y clasificación de los aceites, sino que todos los organismos que se han pronunciado contemplan la posibilidad de mejorar dicho sistema.

Asaja-Jaén recuerda que el propio Consejo Oleícola Internacional reconoció en una reunión de febrero que puede existir en algunas ocasiones inseguridad jurídica con las normas del panel test actual, por lo que, en vez de a la disputa, insta al sector a la unión, entendiendo que todo lo que sea avanzar para mejorar debe de ser bienvenido en el sector. Así, indica, se evitaría que, llegado el caso, fuese un tribunal el que tuviese que dirimir entre cuál es el mejor método de clasificación.