Olimerca.- Una nueva investigación publicada en la revista Nutrition muestra que los jóvenes (de 18 a 35 años) que regularmente consumen alimentos que contienen grasas poliinsaturadas, como el aceite de oliva virgen, pueden experimentar cambios favorables en las hormonas del apetito asociadas con el hambre y la saciedad.

El estudio apunta que existen hormonas específicas en el cuerpo que ayudan al control del apetito. Algunas son las responsables de indicar al cuerpo la necesidad de comer, mientras que otras señalan que el cuerpo se siente lleno o saciado. La investigación explora cómo los alimentos pueden reducir el hambre o aumentar la sensación de saciedad, influenciando a estas hormonas.

En este estudio, los investigadores observaron las respuestas sobre saciedad y hambre fisiológica mediante la medición de cambios hormonales, y analizaron las calificaciones subjetivas de los participantes, a los que les pidieron que indicaran en una escala cuánta hambre tenían o cómo de llenos se sentían y cuánto pensaban que podían comer.

Los participantes del estudio que consumieron una dieta rica en grasas poliinsaturadas tuvieron una disminución significativa de la hormona grelina (que aumenta el hambre) y un aumento significativo en péptido YY (que aumenta la sensación de plenitud o saciedad).
Jamie A. Cooper, PhD de la Universidad de Georgia, explica que “las hormonas del apetito desempeñan un papel importante en la regulación de cuánto comemos.

Estos resultados nos indican que consumir alimentos ricos en grasas poliinsaturadas podrían cambiar favorablemente las hormonas del apetito, por lo que podemos sentirnos más saciados durante más tiempo”.

Los investigadores contaron con 26 personas sanas de entre 18 a 35 años, que visitaron el laboratorio para las mediciones y para recibir sus comidas durante todo el proceso. Al principio del estudio, los participantes fueron medidos y consumieron comidas de prueba, altas en grasas saturadas. Tras ello, los investigadores dividieron a los participantes y a unos les indicaron que siguieran durante siete días una dieta rica en grasas poliinsaturadas y a otros una dieta control, consistente en un patrón comida típica americana. Después de la dieta de siete días, los participantes consumieron de nuevo comidas de prueba altas en grasas saturadas.