Olimerca.- Según un estudio elaborado por McKinsey, el cambio climático afectará a 8 de cada 10 pequeños agricultores y agricultoras y contribuirá a reducir la tierra cultivable. Es por ello que el sector agrario se enfrenta a un gran reto: los efectos del cambio climático en la producción de primeras materias.

Y para mitigar los efectos del cambio climático en la actividad productiva y económica del sector agrícola, expertos como el Hub de Innovación Digital DATAlife recomiendan una apuesta firme por la tecnología, algo que “puede ser la palanca que ayude al campo a mejorar sus credenciales medioambientales sin perder competitividad”.

Según la encuesta “Observatorio para la Digitalización del Sector Agroalimentario”, el 19% de las personas dedicadas a la agricultura en España hace uso de herramientas digitales para el control hídrico de sus explotaciones, mientras que un 8% recurre a este tipo de herramientas para alertar de la presencia de plagas y enfermedades y un 7,7% para la determinación de un plan de fertilización.

Lucía Castro, gerente de DATAlife, hace énfasis en “la necesidad de apoyarse en una producción y gestión de bio-recursos y materias primas más sostenibles, a partir de una estrategia basada en datos”.

Según especifican desde DATAlife en su informe Evolución de las necesidades y oferta formativa existente, “el nivel de digitalización del sector es todavía reducido, especialmente en lo relacionado con tecnologías avanzadas”. Se trata de recursos como el Internet de las Cosas, el Big Data o la Inteligencia Artificial.

Pero, ¿cómo puede la tecnología basada en datos mejorar la producción y hacer frente a las consecuencias del cambio climático? Desde DATAlife destacan que:

“El nivel de digitalización del sector es todavía reducido, especialmente en lo relacionado con tecnologías avanzadas”

Permite reducir el impacto medioambiental: una estrategia de datos firme puede ser un soporte clave para productores y productoras a la hora de calcular qué recursos hídricos son los realmente necesarios y evitar así caer en el desperdicio de agua. Además, también es útil para optimizar el uso de pesticidas y fertilizantes, adaptándolo a las necesidades reales del cultivo con mucha mayor precisión.

Contribuye a la seguridad alimentaria: en un contexto en el que ciertos fenómenos vinculados al cambio climático pueden afectar a la calidad de los alimentos, la IA y el Big Data entran para jugar un papel crucial, ya que permiten un análisis profundo de la trazabilidad de los productos, identificando posibles problemas durante toda las fases y anticipándose a futuros errores de plantación, cosecha o recolección.

Reduce la carga de trabajo de las pequeñas explotaciones, que tienen dificultades para encontrar mano de obra. La robotización o la sensorización que permite un control remoto de cultivos o ganaderías hace además que el mundo rural se convierta en una vida más atractiva para las personas jóvenes.

A estas ventajas se suman otras como el ahorro de costes económicos. Según explica Lucía Castro, “en un contexto en el que el producto nacional compite con el de otras regiones, optar por una mejora de la producción local es fundamental para dotar la agricultura, la pesca y la ganadería nacional de un nivel competitivo”.