Todo gira en torno al precio. Cuando nos encontramos frente a las estanterías de los supermercados, la tentación de ahorrar dinero siempre está ahí. Esto parece ser particularmente cierto para el aceite de oliva, un producto que parece haber sido despojado de todas sus virtudes de originalidad e identidad.

Ante este hecho, deberíamos de ser extremadamente cuidadosos de los precios bajos: no es aconsejable utilizar el precio como único guía al momento de decidir qué comprar. Vale la pena señalar sin embargo, que debemos ser igualmente cautelosos de los precios desproporcionadamente altos, porque un aceite caro no es necesariamente superior.

Los consumidores, a menudo, son incapaces de reconocer la calidad y por ello cada vez que hay una venta promocional, optan por el producto más barato. Aunque el precio es, sin duda, una razón legítima y comprensible para la elección de uno u otro aceite, el consumidor debe tratar de hacer una decisión más informada. El problema sin embargo es que los consumidores no saben lo suficiente sobre el aceite de oliva, aunque su conocimiento del mismo sin duda ha crecido. Lo usan a menudo en abundancia, pero que no saben cómo discernir un aceite de calidad superior y cuál es el mejor para un plato u otro.

Es imposible establecer un precio mínimo para el aceite, debido a la naturaleza intrínseca del mercado, compleja

Hasta ahora, todos los intentos realizados para dirigir a los consumidores hacia decisiones más informadas no han tenido éxito, debido a que las campañas no actuaron en un nivel racional, y se enfocaron hacia las inseguridades de los consumidores. Se sugirió, por ejemplo, que los aceites más baratos eran intrínsecamente malos para nuestra salud, pero esto no siempre es cierto. De hecho, algunos de los aceites más baratos en el mercado son incluso mejores que los más caros. El error cometido por muchos expertos en marketing que operan en este sector era dar consejos a veces incomprensibles.

Con el fin de ofrecer al consumidor un aceite de oliva en su justo valor, tenemos que hacer que el consumidor sea consciente de que su decisión acerca de qué aceite de oliva comprar debe estar basada en el conocimiento.
Algunos dicen que el aceite nunca debe costar menos de una cierta cantidad de dinero, pero esto no es necesariamente cierto, porque el precio del aceite de oliva se ve influenciado por innumerables factores.

Es imposible establecer un precio mínimo para el aceite, debido a la naturaleza intrínseca del mercado, compleja y extremadamente inestable. Además, debe tenerse en cuenta que los precios del aceite de oliva virgen extra varían ampliamente según el país de origen, los factores climáticos y estacionales, y su disponibilidad en el mercado.

El verdadero reto es motivar a los consumidores hacia una mejor opción

Sin embargo, si por un lado es cierto que no existe un precio estándar único para cada lugar y situación, debe quedar claro que no es prudente ser demasiado ahorrativos a la hora de elegir qué aceite de oliva para comprar. La decisión debe ser dictada, ante todo, por nuestro gusto personal, e idealmente, con el fin de hacerlo, debe probar todos los aceites de oliva disponibles en la tienda; una tarea menos difícil de lo que parece, porque por lo general el rango no es tan amplio. Si el dinero es el problema, la elección debe de basarse en su calidad y presentación. Pero los consumidores son a menudo inconscientes de esto, porque nadie se los explicó.

Además de ser conscientes de la calidad del aceite que compramos y de que puede satisfacer las necesidades de nuestro cuerpo y asegurar su funcionamiento, el aceite de oliva también nos debe de satisfacer desde un punto de vista hedonista: debemos sentir placer cuando lo usamos. El verdadero reto es motivar a los consumidores hacia una mejor opción.

Debemos darles a conocer la cultura del aceite, ampliando sus conocimientos sobre este tema. Sin embargo, nada debe ser impuesto, sino que se deben encontrar formas de estimular el intelecto de los consumidores. Por ejemplo, la mayoría de las personas no saben que más dinero se ahorra mediante la compra de un aceite virgen extra de alta calidad en lugar de uno más barato. La razón es simple: un aceite de alta calidad tiene una mayor eficiencia, y sólo se necesita muy poco para mejorar el sabor de cualquier plato.

A menudo, sólo una cucharada, aproximadamente 13 ml, es más que suficiente. Menos aceite, pero de una calidad superior, y sin duda más funcional. Menos grasas y calorías ingeridas y nuestra salud y el sabor de nuestros alimentos se beneficiarán de ello. Estos son hechos que deben destacarse, no la impactante noticia de que en los últimos años ha hecho tan a menudo en los titulares, que sólo alarmar a los consumidores en lugar de conducirlos hacia el conocimiento. La clave es siempre la educación, pero hoy en día tienden a evitarlo, porque es una tarea difícil y no puede garantizar una tasa de éxito del 100%.