Siempre he defendido que la profesionalización es fundamental en cualquier organización de forma general, pero particularmente es aplicable a las cooperativas agroalimentarias, que no olvidemos que también son empresas. 
Esta afirmación que es lógica y que puede parecer obvia me sirve para empezar a hablar sobre el sector oleícola en las cooperativas malagueñas.

A principios de los ochenta, en vez de primar la rivalidad entre pueblos, primó la cooperación y la suma de esfuerzos. Esto fue lo que llevó a las cooperativas a celebrar reuniones en la junta provincial de almazaras, donde se debatía de futuro, de mercado y de la necesidad de abordar la inminente incorporación al mercado comunitario, donde se habrían nuevas posibilidades para el sector oleícola español y que también suponía ayudas de la política agraria común.

Un año después de la incorporación de España a la hoy Unión Europea, a finales de 1987 de constituyó la Sociedad Cooperativa Andaluza Oleícola Hojiblanca de Málaga de segundo grado con trece pioneras, trece cooperativas que decidieron remar todas a una y dejar atrás las diferencias entre pueblos. Los beneficios fueron inmediatos y ya a principios de los noventa se construyeron las primeras instalaciones con laboratorio, oficinas y planta de envasado a la vez que se seguían sumando otras cooperativas hasta llegar a 23, cifra previa a la primera gran fusión que tuvo lugar en 2003 con Cordoliva.

Es cierto que en aquellos años se fueron creando o existían ya algunos grupos cooperativos, pero aquella integración fue la primera en la que esa visión de un futuro juntos para tener mejores oportunidades vencía a los localismos en una operación que sumaba los dos mayores productores mundiales de aceite de oliva, que se dieron cuenta que hacía falta sumar para defender mejor el sector. Ya en 2005, se produjo la fusión con Acorsa, la cooperativa de segundo grado de aceituna de mesa, con lo cual la hoy Dcoop diversificaba a otro sector; más tarde se fueron incorporando otras actividades como ganadería (leche de cabra, vacuno de carne y porcino blanco), vino, suministros, orujo, cereales o frutos secos (almendra y pistacho). 
Ladillo: Una evolución de éxito del cooperativismo.

Es un orgullo para todos que esta empresa de base cooperativa -más de 75.000 familias de agricultores y ganaderos- sea referente en el mercado oleícola mundial

Se produjeron más fusiones de cooperativas, más adhesiones individuales y se ampliaba el territorio no ya a otras provincias, sino a otras comunidades autónomas e incluso el exterior. Si en 1987 la facturación del Grupo Dcoop fue de 10 millones de euros, en 2023 ascendió a 1.237 millones de euros; si los fondos propios el año de la fundación ascendían a 10.000€, hoy superan los 100 millones de euros.

Hoy el Grupo Dcoop es el mayor productor mundial de aceite de oliva y también uno de los grandes grupos envasadores; también en aceituna de mesa, frutos secos o vinos. El proyecto de envasado en común se creó en 1997 con la idea de apostar por grandes volúmenes de envasado que permitieran dar salida a las producciones de las cooperativas más allá de las marcas locales. 

Hoy Dcoop es dueña de la principal marca de aceite de oliva virgen extra en Estados Unidos (Pompeian) y embotella más de cien millones de litros de aceite, exportando como grupo más de la mitad de su facturación a más de 70 países. Cuenta con plantas de envasado de gran volumen en España y en Estados Unidos, industrias de procesado de aceituna de mesa y subproductos y también una refinería de aceite.

Todo ello ha sido fruto de la unión y cooperación con otras entidades de otros lugares, apostando por lo que une y no justificando lo que se separa bajo intereses personalistas. Es un orgullo para todos que esta empresa de base cooperativa -más de 75.000 familias de agricultores y ganaderos- sea referente en el mercado oleícola mundial. 

Un alto grado de cooperativización
Hay un dato totalmente elocuente y que es real. Como en otras campañas, en la cosecha 2022/23 el 83% de la producción aceitera malagueña se obtuvo en cooperativas, que solo representan el 53% (41 de 78) del total de almazaras, según datos de la Agencia de Información y Control Agroalimentarios del Ministerio de Agricultura. Para ser rigurosos, en esta variable, este territorio solo es superado por una provincia muy poco productora, Valencia, con un 88%.

En esa pasada campaña, las cooperativas propietarias de Dcoop produjeron 5 de cada seis kilos de aceite de oliva malagueño de entidades de economía social.

En aceituna de mesa, la producción cooperativa malagueña en 2022 fue de algo más de 26.000 toneladas por parte de las 12 entamadoras de base social -la gran mayoría integradas en Dcoop- lo que supuso el 55% del total y aupándose junto con Córdoba al liderazgo del verdeo cooperativo entre las grandes provincias aceituneras productoras.

Los retos de futuro
Vengo defendiendo desde hace años la necesidad de que todos hagamos una reflexión que nos permita realizar un diagnóstico sobre las explotaciones olivareras para actuar en la adaptación a los cambios. La mecanización, la reconversión, la disminución de costes y sobre todo el acceso al agua son acciones imperiosas siempre que se puedan acometer.  Es de lo que trata el programa de ayuda al olivarero tradicional es el que Dcoop está implicado, para lo cual poner al servicio de sus socios el asesoramiento gratuito de los numerosos profesionales de su Departamento Técnico Agrícola.

La falta de políticas hídricas a lo largo del tiempo -muestra de la falta de voluntad y pasividad de las diferentes administraciones- está teniendo ya consecuencias como estos tres años que estamos padeciendo de malas cosechas. Esto está provocando caída de ingresos, pérdida de empleo y bajas cosechas, que han provocado la subida de precios del aceite con el consecuente impacto en el consumo. El agua no es cosa de los agricultores o ganaderos, el agua sirve para producir alimentos asequibles y de calidad.

"Vengo defendiendo desde hace años la necesidad de que todos hagamos una reflexión que nos permita realizar un diagnóstico sobre las explotaciones olivareras para actuar en la adaptación a los cambios"

Estamos impulsando con toda nuestra fuerza el proyecto Futuraqua, que supone el uso de las aguas residuales depuradas que se están vertiendo al Mediterráneo para regar el olivar en el interior de la provincia, algo que en años como esto habría supuesto decenas de millones de mayores ingresos por una mayor producción, riqueza y empleo para nuestros pueblos.

A nivel industrial, debemos aprovechar las economías de escala con acciones como seguir concentrando la producción para tener mejores oportunidades en el mercado o adaptar la industria a las nuevas realidades de producción (cosechas más cortas en el tiempo, abaratamiento de los gastos de molturación, producciones de calidad, etc) para reducir los costes, para lo cual hay que trabajar por unas almazaras mejor dimensionadas sin que ello suponga una merma en la prestación de servicios al socio