Olimerca.-  Aunque a ninguno de los operadores del mercado del aceite de oliva español le es ajeno los continuos vaivenes que se viven en los precios de este producto en origen, algo que acontece, por desgracia, todas las campañas, lo que está ocurriendo este año vuelve a poner sobre la mesa los riesgos que se corren, si esta situación se prolonga en los próximos meses.

Sin lugar a dudas que la posición actual de los precios en origen es una buena noticia para los agricultores y para los elaboradores de aceite de oliva, que durante muchos años han sufrido cotizaciones por debajo de los costes de producción y que al mismo tiempo no ayudaban a encontrar esa apuesta por la calidad por parte de los agricultores y almazaras, que era tan necesaria.

Gracias a la mejora de precios experimentada en los últimos dos años, las empresa elaboradoras de aceite de oliva han hecho una apuesta por la recolección temprana, han mejorado los procesos de elaboración,  han hecho nuevas inversiones en las almazaras, en resumen han cambiado la filosofía de todo vale por sólo vale lo mejor. Buena prueba de ello es que las refinerías tienen cada vez es más difícil encontrar aceite de oliva lampante para refinar.

Hasta aquí todo es satisfacción para los que siempre han sido los más perjudicados, pero este comportamiento del mercado tiene también otra lectura que no podemos menospreciar y que no hay que perder de vista porque sus efectos pueden ser catastróficos.

En los últimos dos años, a medida que los precios del aceite de oliva iban aumentando el consumo se ha visto afectado, a favor de otras grasas vegetales más económicas: veáse girasol, orujo u otras grasas de semillas. En este contexto, desde distintas organizaciones, así como de empresas especializadas en estudios de mercado siempre se ha alertado de las nefastas consecuencias que puede tener sobre el consumo que los precios no se controlen de manera adecuada.

Y no digamos si hablamos de la evolución de las exportaciones de aceite de oliva. Eso ya se ha puesto de manifiesto en los últimos dos años, siendo las empresas exportadoras las que en gran parte de las operaciones han tenido que asumir el incremento de los costes para no perder el cliente.

En resumen, muchos pensarán que porqué el aceite de oliva español no puede llegar a valer lo que pagan los italianos en origen, entre los 6 y 7€/kg. La respuesta es sencilla: los italianos nos llevan años de ventaja en estrategias de marketing, cultura gastronómica, y valorización por parte del consumidor de sus mejores AOVE.

Mientras que en nuestro mercado y en otros países no logremos implantar estas claves de éxito, difícilmente podremos alcanzar esa cota de precios, sin que el efecto inmediato sea la bajada de consumo.