Olimerca.-  Hace unas semanas se dio a conocer el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre recomendaciones dietéticas sostenibles y recomendaciones de actividad física para la población española que se elaboran a partir de la mejor evidencia científica disponible sobre el efecto de los nutrientes y alimentos en la salud. 

Estas recomendaciones tienen en cuenta que el efecto de los alimentos no sólo depende de su contenido nutricional sino también de la matriz en la que se ingieren, de las alteraciones que se producen en el proceso culinario, la presencia de sustancias que no son nutrientes y de las sinergias que se producen entre combinaciones de alimentos.

Un exhaustivo informe que, tras abordar en sus páginas los principales alimentos que forman parte de la dieta mediterránea y su uso diario en la alimentación, también entra a valorizar la importancia del aceite de oliva en sus diferentes categorías, en base a diversos estudios e investigaciones.

Dada la relevancia y la trascendencia de sus afirmaciones reproducimos a continuación de manera textual el mismo:

El aceite de oliva (AO) es un alimento fundamental en la dieta mediterránea, que aporta ácidos grasos monoinsaturados, escualeno, terpenoides, compuestos fenólicos y vitamina E, entre otros compuestos con acción antioxidante, con un efecto favorable sobre el metabolismo de las lipoproteínas, la función endotelial, los mecanismos inflamatorios y los sistemas que regulan el ciclo celular y la carcinogénesis. En los últimos años se han publicado varios estudios y metaanálisis que apoyan los resultados previos y añaden nuevas evidencias sobre el papel beneficioso del aceite de oliva sobre la salud.

El aceite de oliva virgen extra (AOVE) aporta una mayor cantidad de polifenoles y otros compuestos con propiedades beneficiosas para la salud (AESAN, 2021c). Un metaanálisis reciente ha observado que el aceite de oliva rico en polifenoles, en comparación con el aceite de oliva con un aporte menor, mejora los factores de riesgo vascular (colesterol total, colesterol HDL, LDL oxidada y malondialdehido), mediadores de inflamación y presión arterial (George et al., 2019).

Sin embargo, por el momento, no se ha demostrado que el AOVE, en comparación con el aceite de oliva refinado, disminuya de manera significativa el riesgo de enfermedad cardiovascular u otras patologías, o la mortalidad.

No quiero poner en duda la capacidad y la profesionalidad de los miembros del equipo científico de la AESAN, pero a estas alturas me cuesta creer que todavía no se hayan informado correctamente sobre las cualidades de un AOVE y sus grandes diferencias frente a  un aceite de oliva refinado. 

Son muy numerosos los estudios e investigaciones en todo el mundo que han puesto de manifiesto que el AOVE es el auténtico “oro líquido” porque es el que contiene todos las moléculas y elementos que lo convierten en un producto único por sus propiedades saludables.
Valoraciones como las que ha hecho la AESAN equiparando ambas categorías de aceites de oliva sin duda podrían inesperadamente iniciar una corriente de confusión sobre el aceite de oliva.

Más que contribuir a elevar las ventas de aceite de oliva refinado, dicho informe arroja sombras sobre sus propiedades saludables, su altísima calidad y beneficios demostrados, especialmente de los aceites de oliva Virgen extra y sobre todo menosprecia el trabajo de importantes investigadores que han dedicado muchos años a destacar donde está la auténtica calidad saludable.