Olimerca.- Un equipo de investigación conjunto de la Universidad de Córdoba y el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC en Córdoba ha estudiado cómo un indicador llamado "Crop Water Stress Index" (CWSI, Índice de Estrés Hídrico del Cultivo), que detecta el aumento de temperatura de los árboles con estrés hídrico, se relaciona con el consumo de agua relativo de una plantación arbórea.

El trabajo se ha realizado en plantaciones de almendros, pero esta investigación podría ser extensible a otros cultivos arbóreos como el olivar, muy importante para la economía de la comunidad andaluza que es castigada en muchas ocasiones por periodos de escasez de agua.

El consumo de agua o transpiración de los árboles es muy difícil de medir mientras que la temperatura del árbol se mide fácilmente con sensores remotos, similares a los que hoy día se usan en la pandemia para detectar personas con fiebre 

Necesidad de agua
En su último trabajo, este grupo ha demostrado experimentalmente por primera vez que existe una relación entre la transpiración relativa y el CWSI en almendro. De esta forma, el agricultor podría conocer en cada momento si los árboles están consumiendo agua al 80-90% de su capacidad, lo que quiere decir que está dentro de un nivel óptimo, o si tienen mucho estrés y necesitan con urgencia una nueva aportación de agua.

"Este indicador, el CWSI, tiene la ventaja de que el consumo relativo de agua puede determinarse mediante teledetección, empleando drones o aviones tripulados y se puede obtener un mapa de la transpiración de las distintas zonas de la plantación. En el futuro seguramente se podrán utilizar satélites para hacerlo con precisión en grandes plantaciones", explica Elías Fereres, catedrático emérito del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba y uno de los integrantes del equipo de investigación, que ha sido liderado por Victoria González Dugo del Instituto de Agricultura Sostenible del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Esos mapas de CWSI permitirían, por tanto, regar de manera diferente distintas partes de la zona de cultivo en función del nivel de agua que necesite en cada momento, maximizando así la producción con los recursos hídricos mínimos necesarios o con los que se disponga en ese momento.

Esta investigación se enmarca dentro de la técnica conocida como riego de precisión, un nuevo sistema que emplea las tecnologías más avanzadas para realizar un riego óptimo, suministrando el agua precisa en cada zona del huerto y evitando pérdidas. "El objetivo es que se use el agua de forma eficiente y se aplique donde más falta hace", apunta Elías Fereres.

Un proyecto relacionado en el que trabaja el grupo está liderado por el catedrático Francisco Villalobos de la Universidad de Córdoba. Se trata del proyecto Olive-Miracle, que tiene como objetivo el desarrollo de un modelo para pronosticar el comportamiento del olivo ante el cambio climático, lo que permitiría disponer de más información para la toma de decisiones del sector en un futuro.