José Manuel Andújar, investigador responsable del proyecto.

Olimerca.- ‘Tecnologías para el manejo y supervisión del cultivo del olivo (Tecnolivo)’ es el nombre del proyecto europeo de agricultura de precisión liderado por el grupo de investigación TEP-192 ‘Control y Robótica’ de la Universidad de Huelva, vinculado al ámbito del ceiA3, que se está desarrollando en olivares de Huelva y sur de Portugal

Financiado con 2,5 millones de euros, éste persigue tratar las extensiones agrícolas de forma individualizada, no como anteriormente se hacía, cuando se trataba al conjunto de la plantación de forma homogénea. Por tanto, el proyecto ambiciona individualizar los análisis y actuaciones para cada árbol de forma particular, “aquí radica la clave de la agricultura de precisión, en la individualización de cada planta”.

Así lo señala el investigador principal, el profesor José Manuel Andújar, del grupo TEP-192 ‘Control y Robótica’ de la Universidad de Huelva agregada al ceiA3, responsable del proyecto del que también forman parte el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), el Instituto Nacional de Investigação Agrária e Veterinária (Portugal), Ubiwhere Lda. (Portugal), la Sociedad Cooperativa Andaluza Nuestra Señora de la Oliva, de Gibraleón (Huelva) y la Murtigao – Sociedade Agrícola, S.A. (Portugal).

Los medios tecnológicos empleados se basan en drones dotados de cámaras que captan imágenes multiespectrales y sensores que se colocan en tierra o en la corteza del árbol y que permiten obtener medidas del estado del árbol, de su situación nutricional, hídrica, de su estado de floración y del fruto.

Campos de experimentación
Los experimentos se están llevando a cabo en dos campos de experimentación diferentes, denominados usuarios finales, porque el olivo no se cultiva de la misma manera en todos los sitios. Concretamente, el olivo se cultiva de tres formas: tradicional, donde los árboles están separados unos de otros; intensivo, que concentran mayor número de árboles por hectárea que el anterior; y superintensivo u olivar en seto, que es el cultivo que mayor densidad de olivo por hectárea aglutina. Como detalla José Manuel Andújar, lo que se va persiguiendo es la mayor producción.

Las investigaciones relacionadas con el vuelo de drones y con la sensorización se están realizando en estos tres tipos de escenarios y para ello se trabaja con la cooperativa Oleodiel de Gibraleón (Huelva) y con la empresa  portuguesa Elaia. Esto va a permitir una mayor amplitud en los experimentos, ya que se trata de formas de cultivos diferentes y de zonas distintas.

Los sensores se colocan en tierra, fundamentalmente en la corteza del árbol o en el terreno que lo circunda, y el resto de las medidas se toman con los drones que sobrevuelan los campos y que llevan cámaras multiespectrales. Éstas tienen una capacidad de visión mayor que el ojo humano, y pueden ver la radiación visible e infrarroja.

El procedimiento consiste en “montar estas cámaras en cada dron y éstas toman las imágenes en el campo visible, que es el que se percibe con el ojo humano, así como en el espectro infrarrojo, que permite captar la energía que en forma de calor genera cada planta y el terreno que la circunda. Esto no es posible verlo mediante visión natural.”