Según el estudio, las altas temperaturas invernales provocan un adelanto muy significativo en la floración.

Olimerca.- El cambio climático es una realidad y sus efectos pueden tener consecuencias negativas en cultivos como el olivar. Por ello, el investigador Raúl de la Rosa, perteneciente al Área de Genómica y Biotecnología del centro Ifapa Alameda del Obispo (Córdoba), ha destacado la necesidad de desarrollar estrategias que mitiguen los efectos negativos de un posible calentamiento global sobre el cultivo del olivo.

Según el investigador, dentro de las posibles estrategias está la selección de variedades adaptadas a climas futuros, pero para ello, es necesario identificar, en primer lugar, los efectos que el calentamiento global tiene sobre la productividad en olivo.

Con este fin, el Ifapa ha establecido varios ensayos comparativos de variedades en Tenerife, cuyo clima puede tener ciertas similitudes con posibles escenarios de clima futuro en el Mediterráneo.

Resultados

Por un lado, los resultados de los ensayos indican que las altas temperaturas invernales parecen provocar en olivo, un adelanto muy significativo en la floración y una falta de sincronización en la brotación de las flores. Hasta el momento, no se ha encontrado variedades capaces de brotar de manera sincrónica ante estas condiciones.

Respecto a la acumulación de aceite, el calentamiento global parece provocar un adelanto de la acumulación de aceite, y un mayor porcentaje del mismo al final del periodo de maduración.

Sin embargo, el porcentaje de oleico puede bajar significativamente en algunas variedades como Arbequina y Arbosana, mientras que en otras como Picual’ este porcentaje puede ser más estable ante aumentos de temperatura.

Por otro lado, el contenido en fenoles del fruto no parece estar influido por la temperatura durante la lipogénesis. Sí que está muy afectado por condiciones de baja disponibilidad de agua. Por tanto, una posible disminución del agua disponible para olivo, hará que los aceites tengan un mayor contenido en fenoles, aunque la productividad total disminuya.

Por último, la incidencia de plagas y enfermedades puede variar significativamente con el cambio climático, pero hace falta más información para saber exactamente en qué sentido se producirán estas variaciones.