Durante estos 25 años de trabajo duro y difícil he hecho de un pequeño grupo de agricultores y cooperativas de la Sierra de Segura una gran empresa nacional con un volumen medio de 40 millones aproximadamente de facturación anual. 

Olivar de Segura, ha superado las expectativas de todos sus socios, alcanzando bajo mi dirección una importante presencia en todas las grandes superficies españolas y en los mercados internacionales, siendo referente en toda España de determinados tipos de aceites y habiendo recibido gran cantidad de premios, tanto la empresa, como yo misma como gerente de la misma, habiendo sido  honrada el año 2014 con el premio de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, por mi trayectoria laboral como trabajadora de Olivar de Segura.

A lo largo de estos años, he visto renovarse cargos del Consejo Rector y de la Presidencia, sin haber tenido jamás problemas con unos y otros, sino muy al contrario una relación laboral satisfactoria, que se veía reflejada en los buenos resultados de la misma.

Con la toma de posesión del actual Consejo Rector en 2012, mi posición en la empresa se vio notablemente perturbada por una parte de miembros, minoritaria pero relevante, del dicho Consejo Rector. Mis decisiones, iniciativas y proyectos empezaron a ser, receladas, desatendidas en incluso censuradas, sin ningún fundamento técnico o profesional. A esta dinámica de tensión no es ajena la condición de mujer y mi cualificación profesional, Ingeniero Agrónomo Superior, contrapuesta a la condición sociocultural de un sector de miembros del Consejo Rector y administradores de la empresa, que al parecer se sentían menoscabados en la asunción de las indicaciones, recomendaciones y estrategias productivas y comerciales de quien escribe la presente.

A tal punto llegaron los improperios contra mi persona, que el entonces presidente de Olivar de Segura, tuvo que emitir una nota a los medios de comunicación, desmintiendo todo cuanto se venía diciendo y en defensa de mi gestión y de mi trabajo a lo largo de todos estos años.

Esta situación de acoso continuo me llevó a solicitar la resolución de mi contrato laboral reclamando todos los derechos que en virtud del mismo me correspondían.

A mediados del mes de abril 2015, recibí una propuesta de acuerdo por parte de la Olivar de Segura muy superior a las anteriores recibidas, con una indemnización económica, que si se adaptaba a mis pretensiones, la  cual decidí aceptar por mi bien personal. Abandonando el camino tortuoso y lento del sistema judicial español.

Quede pues claro que, mi relación laboral se ha extinguido el día 29 de abril del 2015, fecha en que firmamos la Transacción Judicial ambas partes.
Solo me queda agradecer a todas aquellas personas que me han ayudado y apoyado en tan malos momentos, ya que sin ellos no hubiera podido superar el daño que se me hizo.

Y desear a los actuales gestores de Olivar de Segura que mantengan las líneas de trabajo iniciadas por mí, pues el trabajo duro ya está hecho y solo queda mantener lo logrado, cosa infinitamente más sencilla.

Como dice el refranero: “El tiempo pone las cosas en su sitio” y “Otros vendrán que bueno te harán”. Yo me despido, con el orgullo y la satisfacción de haber hecho un buen  trabajo, el resto ya es la historia de pequeñeces y mezquindades, que nada tienen que ver conmigo ni con mi vida. 

Atentamente
Pilar Molina Romero