Uno de los cambios en el consumidor a raíz de la pandemia es que ha aprendido (o reaprendido) a cocinar. El confinamiento, y con ello el teletrabajo, los niños sin comedor escolar y la hostelería cerrada provocaron el “descubrimiento” de la cocina en las casas. ¿Quién no ha hecho pan o repostería en estos meses confinados?

Y este es un hábito que mantendremos, aunque cuando volvamos a la oficina y nuestros hijos al colegio, a menor ritmo. Esta es, de hecho, una tendencia vinculada al ‘cocooning’, nuestro hogar como refugio, que se ha acelerado con la pandemia, pero que ya venía de antes. De aquí se deduce una gran oportunidad para el aceite, máxime cuando la conveniencia, al menos a corto plazo, se va a haber en parte impactada.

Las promociones volverán a ser protagonistas en el lineal de aceites, después de una actividad “dormida” durante el Estado de Alarma

Descubrir la cocina puede ser un espaldarazo para el aceite en los hogares españoles, entrar con sus distintas variedades para cada ocasión y utilizar este producto con más mimo por parte del consumidor. De hecho, el aceite crece en valor en lo que llevamos de año un 4,6%, formando parte de esa corriente alcista inédita en el sector.

No podemos olvidar que eso no significa que las compañías aceiteras estén ganando, pues todo el negocio relacionado con la hostelería sí se ve afectado, en una dinámica parecida a las bebidas, aunque en su caso es peor al afectar al margen de venta por ser un producto que llega al usuario final y no un ingrediente.

Pero más allá de las cifras excepcionales del canal alimentación vistas en la pandemia y la afectación en el canal de hostelería, la pregunta es ¿y ahora qué? Ya hemos visto que seguiremos cocinando y mimando el producto en el hogar, aunque no al mismo ritmo que en el confinamiento, pero esto es un elemento más de la ecuación.

Los nuevos perfiles del consumidor
De hecho, en Nielsen atisbamos que la crisis económica y social dibujará un doble perfil del consumidor: el acomodado y el ajustado. Y el aceite tiene que encontrar su lugar con ambos y diseñar estrategias para cada uno. Tiene que llegar a un consumidor que vivirá sin estrecheces, pero que también abre la puerta al take away y al delivery. Y tiene que llegar a otro que vivirá con estrecheces y que querrá precio y promociones.

El aceite crece en valor en lo que llevamos de año un 4,6%, formando parte de esa corriente alcista inédita en el sector

De hecho, las promociones volverán a ser protagonistas en el lineal de aceites, después de una actividad “dormida” durante el Estado de Alarma, pero será clave diseñarlas con lógica para que ganen dinero. Y hay que recordar que en España la venta en promoción del gran consumo en conjunto representa el 18% sobre el total del mercado, pero solo un 29% genera venta incremental, frente al 48% del conjunto de Europa.

Y otra respuesta al “¿Y ahora qué?” será el online, que ha duplicado su mercado en la pandemia, ganando más de 700.000 hogares y muchos de ellos han llegado para quedarse. Es verdad que aún el gran consumo online es un 2% y que estamos aún en camino de llegar a la tan ansiada curva de adopción, pero las aceiteras deben ir posicionándose en un canal que les brinda grandes oportunidades por la comodidad y por tener un ticket más alto que la compra física.

Hay, por tanto, oportunidades y retos y el aceite debe emprender un nuevo camino para llegar al consumidor. Un camino con incertidumbres, también. En próximos artículos analizaremos los primeros pasos. Las primeras respuestas al “¿Y ahora qué?”.