Durante las elecciones europeas, la agricultura estuvo en boca de todos: los candidatos hablaban de ella con asiduidad, al tiempo que se ponía de relieve en los manifiestos de los partidos políticos. De la experiencia vivida con la Estrategia «De la granja a la mesa» a las crisis que han sacudido Europa, pasando por las importantes manifestaciones agrarias de principios de año, hay una noción que cuenta con una absoluta unanimidad: el sector agropecuario es uno de los tres pilares, junto con la energía y la defensa, que cimentan la autonomía estratégica de la UE. Lo que es seguro es que la clave del futuro comunitario yace en cómo la Unión Europea vaya a abordar estos tres ámbitos durante los próximos cinco años.

Necesitamos una mayor coherencia política, sobre todo una que concilie nuestras ambiciones medioambientales en el mercado interior con nuestra política comercial

Durante la legislatura anterior, el COPA y la COGECA ya advitió en numerosas ocasiones que la Comisión mostraba una actitud bastante desdeñosa con respecto a la agricultura. Nos alegramos entonces de que, en la actualidad, sea la visión estratégica que mencionamos la que prevalezca. Nos anima especialmente el renovado interés que manifiestan los grupos políticos por la Presidencia de la comisión de Agricultura y por el papel de comisario de Agricultura. Podemos decir que contrasta rotundamente con el estado de los debates en torno a la misma época pero allá en 2019.

El carácter estratégico de la agricultura

Por si aún fuera necesario reiterarlo, la agricultura europea constituye un eje temático transversal sumamente pertinente que atañe a las mayores prioridades comunitarias en su totalidad. Ya sea que se trate de la seguridad alimentaria, o bien de la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, o bien de la captación de carbono, o del avance de la bioeconomía o de la economía circular, o bien de las energías renovables, o del desarrollo rural, o bien de nuestra política comercial, la agricultura es el eje vertebrador de todas ellas. 

Si bien nuestra agricultura posee un indudable carácter tanto fundamental como estratégico, no por ello deja de ser frágil. Lo que está en juego a medio plazo son cuestiones de vida o muerte para el sector. Entonces ¿cómo fomentar las necesarias transiciones climáticas y medioambientales mientras se mantiene y favorece, a su vez, la competitividad de nuestra agricultura comunitaria? ¿Cómo acaso contrabalancear la circularidad de nuestra agricultura con la ganadería? ¿Cómo procurar mantener nuestra capacidad de innovación en ámbitos como las NTG, el biocontrol, la gestión del agua y los fertilizantes? ¿Cómo potenciar nuestra autonomía estratégica en un contexto geopolítico cada vez más enrevesado que nos pone a prueba incesantemente? Será, pues, nuestra capacidad para dar respuesta a estas interrogantes lo que vendrá a definir si seremos capaces de colmar la necesidad vital que supone el relevo generacional.

"Desde el sector agropecuario queremos que durante el próximo mandato se pase del dicho al hecho y que no queden en agua de borrajas las promesas realizadas"

La presidenta de la Comisión Europea, la Sra. Ursula von der Leyen, ha conseguido dar respuestas a corto plazo con la propuesta de simplificar la nueva PAC. Asimismo, ha iniciado una afanosa labor de base con el lanzamiento del diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura de la UE. Si bien nos complacen todas estas iniciativas, desde el sector agropecuario queremos que durante el próximo mandato se pase del dicho al hecho y que no queden en agua de borrajas las promesas realizadas. 

Necesitamos una mayor coherencia política, sobre todo una que concilie nuestras ambiciones medioambientales en el mercado interior con nuestra política comercial. Con estas bases claras, y siempre que podamos contar con el apoyo de un comisario de Agricultura que desempeñe una función central en el futuro colegio, podremos entonces barajar una nueva serie de reformas encaminadas a afianzar principalmente la posición de los agricultores y ganaderos en la cadena de valor y a atacar de lleno el relevo generacional en el sector agro. 

Los próximos meses serán decisivos en cuanto a que veremos a ciencia cierta si las intenciones expresadas durante la campaña electoral se acaban o no realizando mediante acciones firmes y concretas.