Olimerca.- Recientemente hemos podido conocer el balance del sector cooperativo del 2021 y las cifras han sido claramente positivas en general. ¿Qué nos puede decir en el contexto del aceite de oliva?

Cristóbal Gallego.- La evolución del cooperativismo agroalimentario es el reflejo del esfuerzo realizado por miles de personas que ponen todo su talento para cultivar un modelo empresarial sostenible en su sentido más amplio. Por tanto, el cooperativismo oleícola progresa igual que el conjunto de la economía social agroalimentaria de Andalucía. 

Así lo muestran los datos del último ejercicio cerrado. En 2021, en Andalucía había 372 cooperativas olivareras -dedicadas tanto al aceite de oliva como a la aceituna de mesa- y entre todas facturaron más de 3.741 millones de euros, el 33% del negocio del cooperativismo agroalimentario. Si echamos la vista atrás cinco años, en el territorio andaluz contábamos con 446 entidades dedicadas a la producción de aceite y aceituna, que facturaban en torno a 3.733 millones. 

Estos datos muestran que la apuesta por la dimensión cooperativa, por la concentración de la oferta, por la comercialización y por la internacionalización han impulsado la competitividad del cooperativismo olivarero de la comunidad.

Nuestros olivareros y olivareras tienen que ver a la cooperativa como una extensión de su explotación

Olimerca.- ¿Está el sector cooperativo del aceite de oliva preparado para afrontar las posibles crisis que nos deparen las próximas campañas?
Cristóbal Gallego.- Hablar del futuro con certeza me parece un atrevimiento. Lo que sí puedo asegurar es que las cooperativas agroalimentarias no dejamos de trabajar para enfrentarnos a las situaciones adversas que puedan sobrevenirse. En la federación tenemos dos prioridades: la calidad y la comercialización directa.
Pero la realidad es que las situaciones de crisis, por lo general, vienen sin esperarlas. Por ello, desde Cooperativas Agro-alimentarias hemos trabajado mano a mano con las administraciones para articular herramientas que nos permitan amortiguar esos golpes, actuar de forma ágil y mantener la estabilidad de precios. Muestra de ello es la aprobación del artículo 167 de la OCM por parte de la Unión Europea que nos permitirá adecuar la oferta con el fin de mejorar y estabilizar el funcionamiento del mercado común cuando haya desequilibrios con la demanda o la puesta en marcha de la Norma de Calidad y Trazabilidad, que garantiza y avala la autenticidad de nuestros productos y fortalece nuestra posición frente al consumidor. 

Aunque la realidad es que a las administraciones les cuesta ser sensibles con el buen funcionamiento del sector. Quedó de manifiesto con la lentitud y la forma en la que se desarrolló el almacenamiento privado cuando atravesamos una de las peores crisis de precios. Por ello, desde Cooperativas Agro-alimentarias siempre hemos defendido la necesidad de articular mecanismos de gestión de mercado, que sean ágiles y eficientes en su aplicación, a través del nuevo marco normativo de la Política Agraria Común (PAC) para afrontar los picos de producción, que seguro van a producirse. El sector necesita más celeridad y rotundidad administrativa para no estar desamparado ante los vaivenes productivos y comerciales.

Desde Cooperativas Agro-alimentarias siempre hemos defendido la necesidad de articular mecanismos de gestión de mercado, que sean ágiles y eficientes en su aplicación

Olimerca.- Tras haber conseguido esta campaña unos precios razonables para el agricultor y para la almazara. ¿Cree que está el sector cooperativo preparado para mantener una comercialización estable y sin sobresaltos?
Cristóbal Gallego.- No sé cómo van a evolucionar los mercados, pero sí conozco lo que hemos conseguido. No lo digo yo, lo recogen mensualmente los datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA). Estamos en la senda de volver a batir nuestra propia marca de comercialización. Ya lo hicimos la pasada campaña cuando sacamos al mercado más de 1.640.900 toneladas de aceite de oliva. En el actual ejercicio estamos registrando salidas que indican que va a ser una buena campaña de comercialización. El último trimestre (abril, mayo y junio) ha roto las estadísticas de la serie histórica. Junio, por ejemplo, fue un mes sin precedentes con unas salidas de 155.130 toneladas. Y si nos fijamos en el acumulado, las salidas medias de los nueve meses de campaña que llevamos superan las 140.000 toneladas. Todo ello en un contexto de buenos precios y meses de estabilidad. 

Esta tendencia es fruto del trabajo de todos: de la apuesta por la calidad que han hecho productores y cooperativas, de la capacidad de nuestras almazaras para actuar y abastecer al mercado, de la promoción de nuestro producto y de la predisposición del consumo. 

Si bien no podemos pasar por alto que nuestro principal mercado está en el exterior. Una posición que hemos afianzado campaña tras campaña adaptándonos a los gustos del consumidor extranjero, con mucho trabajo de promoción, con viajes comerciales, con acciones específicas, así como con la participación en ferias y en certámenes internacionales. Pero no nos podemos quedar dormidos. La competencia de otros países productores es cada vez más dura. Así lo reflejó el conflicto arancelario con Estados Unidos, durante el que países a como Italia o Túnez les resultó muy fácil desbancarnos como los mayores proveedores de aceite de oliva del país norteamericano.

Debemos, por tanto, continuar trabajando para que los buenos datos de comercialización se consoliden en el tiempo y tenemos que valernos de los instrumentos con los que contamos. Me refiero a instituciones como el Patrimonio Comunal Olivarero, cuyo trabajo para reforzar la trazabilidad ha sido clave en el impulso de nuestra competitividad. Y a asociaciones como la Interprofesional del Aceite de Oliva de España, con sus campañas de promoción dentro y fuera del territorio nacional. Pero también con el fomento de proyectos que ponen de manifiesto -con la máxima rigurosidad científica- los beneficios saludables del consumo habitual del aceite de oliva, y que ahora tendremos que trabajar cómo reflejarlo en la comercialización de nuestro producto con la Unión Europea. 

Tenemos que continuar trabajando para que los buenos datos de comercialización se consoliden en el tiempo y tenemos que valernos de los instrumentos con los que contamos

Olimerca.- ¿Qué aspectos consideran que todavía habría que mejorar a nivel de gestión de las cooperativas?
Cristóbal Gallego .- La gestión del modelo cooperativo es una carrera de fondo. Trabajamos sin descanso para mejorar y sabemos que tenemos tarea por delante. Una de ellas es reforzar la cartera de servicios. Las cooperativas tenemos que aportar un plus a nuestras personas asociadas, no se trata sólo de transformar y comercializar, también de acompañarlas en todo el proceso de cultivo, asesorarles y ofrecerles las mejores condiciones en la adquisición de inputs (sobre todo en el momento actual) y estar atentos a sus necesidades e inquietudes. Es la estrategia que debemos seguir para fidelizarlas.

Nuestros olivareros y olivareras tienen que ver a la cooperativa como una extensión de su explotación. Los órganos de representación y de dirección de las cooperativas tenemos el deber moral de hacernos imprescindibles para el crecimiento y el desarrollo de nuestros cooperativistas. Debemos reforzar los sistemas de liquidación para que entiendan que la unión de productores es la mejor alternativa para comercializar de forma eficiente y obtener unos rendimientos adecuados al esfuerzo que hacen en el campo.

En cuestiones externas, otra de nuestras asignaturas pendientes es la comunicación. Principalmente, difundir más y mejor los beneficios del olivar y del aceite de oliva, como alimento y como cultivo, pues es cierto que es la base de la dieta mediterránea, pero también el lienzo de nuestro paisaje y el motor económico de nuestra Andalucía rural.