Una campaña más las almazaras industriales, cooperativas y extractoras de aceite de orujo se vuelven a enfrentar al gran problema que supone la recogida, el almacenamiento y posterior transformación del alpeorujo procedente de las industrias elaboradoras de aceite de oliva.

De nuevo un año más las orujeras volverán a tener que recoger un subproducto que no sólo no genera beneficios, sino que su gestión se traduce en pérdidas todos los años porque el precio del aceite de orujo crudo ha perdido el 50% de su valor, desde 1,80 hace unos años a 0,60 actual. Mientras que al mismo tiempo las pérdidas en el orujillo también son ya sustanciales, al pasar en 2014 de los 40€/ton, salida de fábrica, a los 12€/ton.

A partir de esta campaña es obligatorio que las almazaras paguen a las extractoras por la retirada del alpeorujo y con ello la cadena de valor del aceite de oliva se constriñe más

En paralelo, para que las almazaras pudiesen continuar con su actividad a lo largo de los meses de molturación de la aceituna, las extractoras pagaban a los productores los portes y un porcentaje en función del contenido de aceite de los orujos, que en ocasiones llegaban al 80% de humedad. Y todo ello enfrentándose a una gran competencia entre las distintas orujeras para hacerse con mercancía. El resultado final no puede ser más deprimente: unas pérdidas de -4,32€/ton

Pero este año se produce un nuevo hándicap: a partir de esta campaña es obligatorio que las almazaras paguen a las extractoras por la retirada del alpeorujo y con ello la cadena de valor del aceite de oliva se constriñe más. En este contexto desde la Asociación Nacional de Extractores de Orujo (ANEO) defienden que no se puede adoptar la postura del avestruz y hay que buscar medidas urgentes ya porque nos enfrentamos a campañas de entre 8 y 10 millones de alpeorujo que habrá que secar con unas estructuras que son insuficientes.

Y mientras tanto el Ministerio de Medio Ambiente en vez de facilitar la actividad y el desarrollo de extractoras, se limita a imponer numerosas trabas e impedimentos en la gestión de estos subproductos y obliga al mismo tiempo a las almazaras que quieren implementar su propia gestión a numerosos requisitos, y ahora pagando porque le retiren sus alpeorujos.

Si no se pueden construir extractora y orujeras, la administración debería de subvencionar la puesta en marcha de otras plantas de gasificación, o bien de compostaje, etc. Alternativas las hay y las han propuesto desde el propio sector del orujo, pero al final chocan contra un muro burocrático que si no se aborda en profundidad puede parar la economía.

Y sobre todo, si miramos a la comunidad andaluza, donde se focaliza el punto de atención a este problema, hay que volver a recordar a la Junta de Andalucía que tiene un gran problema y no se puede negar la evidencia y seguir como si nada pasara.

Hay que volver a recordar a la Junta de Andalucía que tiene un gran problema y no se puede negar la evidencia y seguir como si nada pasara

Nuestras producciones de aceite de oliva cada año van en aumento, pero nuestras estructuras de transformación de los subproductos que se generan van muy por detrás de las necesidades que se plantean todas las campañas y el problema es que las distintas administraciones parece que no se ponen de acuerdo en buscar alternativas al futuro del alpeorujo. No vale con decir no a todo sino no se ofrecen alternativas.

Si no se adoptan medidas, en breve volverá el sector a colapsarse y con ello el riesgo de paralizar la elaboración del aceite de oliva, creando un auténtico caos en pocos días.