Olimerca.- A pesar de que en Estados Unidos se producen tan sólo del orden de 5.000 toneladas de aceite de oliva virgen extra, el importante consumo anual, en torno a las 400.000 toneladas importado (preferentemente de España e Italia), ha convertido a este producto en el centro de atención de la administración estadounidense para reforzar la legislación actual en relación a la clasificación de los aceites y su etiquetado.

Desde 2019 existe en EE.UU un movimiento liderado por la Asociación Americana de Productores de Aceite de Oliva (AOOPA) que junto con la Asociación Norteamericana de Aceite de Oliva (NAOOA) y la firma Deoleo están presionando ante distintos organismos para impulsar la aprobación de una nueva normativa de valoración y clasificación de los aceites de oliva en sus distintas categorías, alejándose de las normas establecidas por el Consejo Oleícola Internacional, que puede suponer en el futuro problemas añadidos a los exportadores españoles en todo el mundo.

Desde Olimerca hemos pulsado la opinión de distintos operadores del sector, principalmente exportadores, que han manifestado su malestar porque esta propuesta administrativa no supondrá ningún avance en la mejora de la información y la catalogación de los aceites de oliva, dado que los dos parámetros que se quieren introducir a la normativa actual ( pirofeofitinas y digliceridos) no son en la actualidad catalogables en sus límites máximos o mínimos, y además en Estados Unidos no hay en la actualidad ningún laboratorio oficial que pueda certificar los mismos.

De salir aprobada esta solicitud, el cumplimiento de estos dos parámetros que se quieren exigir a todos los aceites que entren en Estados Unidos no van a suponer ninguna mejora respecto a la calidad de la que actualmente gozan todos los AOVE procedentes de España, dado que la pirofeofitina y los diglicéridos sólo reflejan el grado de frescura pero no la calidad ni la pureza de los mismos.

Una vez más, el sector del aceite de oliva americano vuelve a poner en jaque las normas consolidadas por el Consejo Oleícola Internacional en prácticamente todo el mundo y que han demostrado que son fiables, y que garantizan la genuidad de los AOVE. Quizás sería el momento de abrir un proceso negociador donde los intereses particulares no se antepongan a los intereses generales de todos: desde productores, industriales envasadores y consumidores.