El sector del aceite de oliva lleva ya varios años asistiendo inmutable a una paulatina, pero innegable, caída del consumo en el mercado nacional, frente al aumento de la demanda del aceite de girasol y al que parece nadie le da demasiada importancia o por lo menos no parece que se le quiera poner freno.

Esta actitud de indiferencia de nuestro sector ante una situación que ya muestra signos preocupantes me recuerda la fábula de la rana y la olla de agua caliente que nos muestra que existen proceso lentos y graduales que amenazan nuestra supervivencia y que no somos capaces de identificar a tiempo.

Para los desconocedores de esta fábula les daré una breve pincelada: “Si echamos una rana en una olla con agua muy caliente, esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio, si ponemos una olla con agua fría y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona, sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, muere.

Pues algo similar puede estar sucediendo en el sector del aceite de oliva envasado en el mercado nacional. Nos hemos aclimatado en lo conocido, nos hemos acomodado a la presión de la marca blanca, nos hemos sometido a las prácticas comerciales de la gran distribución, y da la sensación de que los industriales se sienten cómodos en este entorno, sin ni siquiera pensar en actuar para salir de ese círculo vicioso.

Está claro que cuando se produce un cambio o una ruptura brusca en el mercado es cuando se toma conciencia de los problemas, mientras que si los cambios se producen de forma lenta, se van asumiendo y se minimizan los riesgos.

¿Qué tiene que suceder para que el sector o sus organizaciones profesionales tomen conciencia de que las cosas no van bien en el mercado nacional del aceite de oliva? Es importante que llevemos a cabo campañas de información y difusión del aceite de oliva en todo el mundo para aumentar su consumo en numerosos países no consumidores; pero por favor no olvidemos que los hogares españoles han pasado de consumir 18 litros de aceite al año a 7,5 litros per cápita.