Qué sabios son nuestros mayores cuando utilizan nuestro variado y rico refranero. No hace mucho tuve ocasión de poder conversar con profesionales que, aunque ya jubilados, no dejan de estar comprometidos con el sector del aceite de oliva y sus comentarios no dejaban de dar en la diana cuando hablábamos sobre los problemas, viejos y nuevos, que parece que se repiten de manera cíclica en este mundo aceitero.

Desde hace un par de años es un hecho incuestionable que el consumidor español está dejando de lado el aceite de oliva en su cesta de la compra, en favor de otros aceites como es el de girasol; sin duda porque el descontrol que se ha producido en los PVP ha marcado a nuestro “oro liquido” como un producto caro.

Y es que el hecho de venir años atrás con precios tan ridículos como los 3,00€/litro, e incluso por debajo, ha dejado una huella en el consumidor que ahora le cuesta asumir. Y más, cuando hay tanta disparidad de ofertas y promociones en los lineales de la gran distribución.

De siempre, al consumidor no se le ha informado convenientemente de las distintas categorías y calidades, porque como el aceite de oliva siempre ha sido el producto básico de nuestra cultura y nuestra alimentación, y gracias a esa alta fidelidad se consideraba que no hacía falta. Buena prueba de ello es que las pocas acciones de promoción en el pasado venían de la mano de las grandes marcas.

Hoy, con las caídas de consumo y los altos precios el sector español del aceite de oliva, el mercado interior tiene un problema que necesita de atajarse de manera conveniente. No podemos regodearnos con las cifras récord de exportaciones, y pasar de soslayo sobre los problemas que tenemos en la mesa.

Es hora de que la Interprofesional del Aceite de oliva español, con los fondos de todo el conjunto del sector olivarero y aceitero, tome cartas en el asunto y comience a actuar. Los éxitos en el mercado exterior también tienen que ser éxitos en nuestro país. No puede ser que el primer país mundial de producción de aceite de oliva al final pase a estar en un segundo nivel de consumo.

No puede ser que en casa del herrero, cuchillo de palo.