Olimerca.-  Casi sin darnos cuenta estamos ya en la nueva campaña del aceite de oliva y para sorpresa de muchos se ha iniciado de la misma manera con la que terminó: bajada de precios y escasez de operaciones. Hemos asistido a un cierre de campaña que ha pillados desprevenidos a muchos con ganas de vender y sin nadie que les comprara, lo que ha provocado la ya conocida caída de precios durante tres semanas consecutivas.

Ahora, a punto de iniciarse la recolección de la aceituna en las zonas más tempranas, a muy pocos les preocupa ya cuanto aceite quedan en las almazaras o en poder de los envasadores. Todos saben que no habrá desabastecimiento, y que ahora lo más importante es lo que nos puede deparar el cielo, o mejor dicho, las nubes.

El olivar necesita con urgencia agua, pero no sólo para mejorar o salvar algunas zonas que están muy dañadas por la sequía, necesita agua para que el olivo se prepare para la cosecha 2016/17, y poder entrar en un enlace entre cosechas holgado.

A los productores no sólo les preocupa en estos momentos los volúmenes de producción de este año, o la calidad de los zumos; les preocupa que si no llueve en este otoño e invierno de manera copiosa, el árbol se resentirá de manera importante y entonces es cuando podremos encontrarnos un escenario de nuevas subidas de precios, y sobre todo la negativa a vender por parte de la producción con la mirada puesta en asegurarse un nivel adecuado para enlazar entre campañas. Estaríamos hablando de nuevos recortes en la producción sin stocks suficientes.

En resumen, está claro que la clave del buen funcionamiento del mercado y la estabilidad de los precios en los próximos meses está en la tan ansiada agua que necesita el olivar.