Olimreca.- El aceite en el mercado de gran consumo vive una situación que podríamos calificar de “bipolar”, porque el consumidor se mueve en términos de precio entre el aceite de oliva y el de semillas, el de marca de fabricante y el de marca del distribuidor.

Así, en función de cómo se mueven los precios, el comprador suele alternar producto y marca con el objetivo de maximizar el presupuesto de la cesta de la compra. En vista de que no podemos renunciar al aceite, porque es un commodity en nuestras cocinas y de nuestra dieta, los consumidores buscan el mejor precio posible.

Sin embargo, la bipolaridad en el aceite es mucho más profunda de lo que nos pensamos. Y es que en la actualidad los que más crecen son los más baratos pero también los más caros.

Por un lado, el económico -con un precio/litro inferior a 3,32 euros, por debajo de la media del total aceite- crece un 29% en volumen y acapara un 23% de cuota de la categoría. Por su parte, el súper premium crece un 14% en volumen, si bien su participación en el mercado es aún reducida, menos de un 2%. Estamos ante un producto que llega a un consumidor al cual no le importa el precio, que le gusta la buena cocina y que busca la calidad por encima de todo.

¿Qué pasa entonces con el término medio?
El aceite "mainstream", el más frecuente en la cesta de la compra, con un precio que se mueve en la media de la categoría y un 60% de cuota, cede un 15% del volumen, una tendencia totalmente contraria a las opciones más baratas y caras del lineal.

La respuesta al porqué de este comportamiento está precisamente en el precio, sobretodo en el aceite de oliva. En concreto, hasta la semana 20 del año (concluída a 15 de mayo) su precio se incrementó un 22% hasta los 3,8 euros de media. Un alza que provoca una caída del 4% del volumen con respecto al mismo periodo del año anterior.

Por el contrario, el aceite de semillas –que incluye al girasol- aún encareciéndose un 2%, es 2,6 euros más barato que el de oliva. Con tanta diferencia de precio no es de extrañar que en este entorno crezca un 3% concretamente.

Si bien este es el escenario presente, en una previsión a futuro, el precio seguirá siendo sin duda dominante y, aunque es un hecho que está dejando de subir, tampoco está bajando. Es por tanto una estabilidad cara para el bolsillo del consumidor, que hace ya tiempo que vio por última vez su aceite de oliva en el lineal por debajo de la barrera psicológica de los 3 euros.