Olimerca.- Todos los años, por estas fechas, el sector del aceite de oliva asiste a una explosión de noticias sobre los distintos premios y galardones de numerosos concursos, nacionales e internacionales. Es tan importante la actividad relacionada que siempre tenemos algún motivo para seguir hablando sobre su valor y su potencial repercusión.


En esta ocasión, me gustaría reflexionar sobre el perfil de las empresas que se llevan los grandes premios a los mejores aceites de oliva virgen extra. Tan sólo nos tenemos que remitir a la relación de ganadores de los premios del Mapama o del Consejo Oleícola Internacional o de otros concursos de gran prestigio como los Premios Expoliva para darnos cuenta de que los grandes aceites vírgenes extra están elaborados principalmente por almazaras industriales.

Para muestra un botón: En esta campaña de 2016/17 en los premios del Ministerio de Agricultura 7 AOVE eran de almazaras industriales y 2 de cooperativas (la más importante de Córdoba). En los premios del Consejo Oleícola Internacional 12 premios han ido a parar a AOVEs de almazaras industriales y 4 a sociedades cooperativas, principalmente cordobesas y una de Jaén.  Y en los premios Expoliva tan sólo un aceite virgen extra ha sido elaborado por cooperativa y 11 han sido por industriales.

  • Con estas cifras no queda por menos que plantearse ¿por qué las cooperativas no están siendo reconocidas en estos concursos? Las razones pueden ser dos:
    - porque no consideran interesante presentarse a estos concursos
    - porque sus aceites no llegan a la calidad que exigen

Si las cooperativas han hecho en los últimos años una gran apuesta por la calidad, con importantes inversiones en tecnología, casi siempre gracias a las ayudas de la Comunidad Autónoma o de la Unión Europea, que nos parece muy bien, es una lástima que ese esfuerzo no llegue a reconocerse en el producto final. Muchos dirán que esos reconocimientos no tienen apenas repercusión y que sólo sirve para colocar un trofeo más en las vitrinas; pero sin duda es el momento de reconocer el esfuerzo de las almazaras industriales que, sin apenas ayudas, son capaces de elaborar los mejores aceites virgen extra de todo el mundo. Y en definitiva se convierten en el estandarte de la máxima calidad que viaja por todo el mundo.


Esa labor de las almazaras industriales también debería de verse compensada y valorada por las instituciones públicas a la hora del reparto de las ayudas a la mejora de la calidad. Nunca es tarde si la dicha es buena.